Domingo 23 de octubre de 2011

Ciudad de México.- Un triunfo en un Clásico llena de sobremanera en todos los rubros, un triunfo en un Clásico catapulta al ganador hasta los primeros planos del balompié nacional, pero el triunfo del Clásico conseguido por el Guadalajara el domingo por la tarde en la cancha del Estadio Azteca no sólo le brindó el orgullo de salir avante ante el acérrimo rival, también le dio la cima general del Apertura 2011.

Porque con la superioridad con la que Chivas se plantó ante América en una edición más del certamen mexicano no sólo le valió quedarse con uno de los duelos más esperados de la campaña, también le devolvió el calificativo de Superlíder que había perdido desde la primera parte del campeonato y dejó en claro que su futbol y su potencial le brindan a su afición la conciencia de que el Rebaño está para cosas grandes en el torneo.

Porque con un marco pletórico y notablemente con superioridad rojiblanca, Chivas hizo del Azteca su casa, del futbol su aliado y de las emociones el principal generador en los 90 minutos del duelo del domingo por la tarde en la capital del país.

Ya que cuando apenas comenzaban las emociones dentro de la cancha, cuando las pelotas que se colaban hasta el área eran ya un motivo de estruendo para el público congregado en las tribunas del Azteca, apareció en los primeros minutos la magia que surge de los botines del habilidoso canterano rojiblanco Marco Fabián.

En una acción en terreno propio, cerca del medio campo y cargado al costado izquierdo, Fabián despojó de la esférica a Daniel Montenegro, de inmediato lanzó un autopase con túnel incluido sobre Jesús Molina y continúó su carrera hacia el frente en búsqueda de que su acción trascendiera para la causa rojiblanca.

Encontró cerca a Erick Torres a quien le tocó preciso y quien de la misma manera le devolvió para que Fabián recorriera 15 metros más hasta el corredor del área desde donde sacó un servicio medido, justo para la llegada de Antonio Gallardo quien de palomita y con la espectacularidad que brinda un remate de cabeza de ese estilo venció a Armando Navarrete para hacer estallar al Estadio Azteca.

Ondearon las banderas rojiblancas en todo lo alto del estadio, el grito de "Chivas... Chivas..." se escuchó más fuerte que cuando Guadalajara entró al campo al inicio del partido; Guadalajara tenía desde el minuto cinco el control del Clásico y por ello, los elementos del mejor y más popular equipo del Futbol Mexicano fueron por más.

Pero América respondería de inmediato, ya que a los 13 de juego, luego del cobro de un tiro libre en las afueras del área, Daniel Montenegro envió la pelota al corazón del área, donde Christian Benitez logró vencer en el salto a la defensiva de Chivas para de cabeza vencer a Luis Michel, quien nada pudo hacer para evitar el tanto americanista y el empate en el partido.

Sin embargo, al ser un Clásico Nacional, donde la pasión de la cancha contagia a la tribuna y donde nunca una pelota se puede dar por perdida, Guadalajara pisó de nueva cuenta el acelerador y mostró la superioridad reconocida con el primer gol, esta vez fue por el costado izquierdo, en un tiro de esquina que Alberto Medina lanzó cerrado y a segundo poste, el cual Antonio Navarrete saltó para quedarse con el envío, pero falló y soltó.

Pegado al poste y con el olfato goleador que le caracteriza, Marco Fabián se encontró de frente con la pelota a la que no perdonó con su remate para hacer que Chivas nuevamente tomara el control del partido y saciarse con el dulce sabor que brinda el gol y hacer que por segunda vez en el partido el Azteca se pintara de rojiblanco.

Pero todavía en la celebración rojiblanca Chivas quiso más, y lo consiguió. Un minuto después del gol de Fabián, Jesús Sánchez desbordó por derecha, apuntó su centro directo al corazón del área, justo donde, con el ansia de hacerse presente en el marcador, hizo que Erick Torres lo midiera para ponerle la cabeza y marcar el tercero de la tarde. Vino el "Robot" en la celebración y la euforia rojiblanca tornó el Clásico en un festín para Guadalajara.

Vendría entonces la respuesta americanista, Aquivaldo Mosquera conectó de cabeza en el área, Christian Benitez dio un par de avisos más dentro del área, pero nada que pudiera superar a un Luis Michel quien en plan grande y con el coro de "portero... portero" hizo que cada una de sus intervenciones lucieran como auténticas atajadas.

La primera parte se extinguiría con emociones al por mayor, con un Marco Fabián inspirado, un Erick Torres siempre con peligro cuando tuvo la pelota en su poder y un Alberto Medina quien con su desequilibrio y rapidez puso de cabeza a la zaga del América, pero con poca fortuna al momento de definir en el arco.

Llegaría el complemento y el dominio de Guadalajara no cambió, mucho menos la posesión del esférico ni las mejores ocasiones de gol, y aún y cuando América generó más peligro en territorio rojiblanco en los primeros minutos del segundo lapso, la experiencia de Reynoso y Magallón, acompañados por la juventud de Ledesma y De Luna, pudieron más que las aproximaciones de Benitez, Reyna y Vuoso, estos últimos ingresados para los segundos 45 minutos.

Y el Clásico siguió de la misma manera, con un América con ganas, pero incapaz de poder superar a un inspirado Guadalajara, que línea por línea y acción por acción, superó en todos los aspectos del duelo a su acérrimo rival, que nunca pudo igualarsele y que además de mostró su desesperación a través de su elemento Adolfo Rosinei, quien hacia los 59 minutos golpeó en el rostro a Jesús Sánchez para ganarse la expulsión y dejar aún más sin oportunidad al América.

Pero si en el once contra once Chivas fue mejor, con un hombre de más buscó hacer más evidente lo que durante todo el partido ya se había cristalizado: quedarse con todo en el Clásico. De ahí que cuando el silbatazo final apareció, los rostros de los jugadores resumieron el partido de inmejorable forma, América con la mirada al suelo y los rostros de la derrota, mientras que Chivas con los brazos en alto celebró doble, el Clásico y la cima general del Apertura 2011.